Se complace en bromear con el infierno
o
en tener un demonio de mascota,
alardear
de su esencia procariota
o
la ausencia en su clima del invierno.
Fue sucursal en tiempos del averno
y
la puso la lava en la picota,
mas
de aquella remota bancarrota
deriva
su progreso postmoderno.
Hoy por miles le llegan los turistas
para
ver sus paisajes desolados
y
holgarse en sus playas africanas.
Delirio de labriegos paisajistas,
en
cráteres humildes y abrigados
sus
viñas medrarán almibaradas.
En este isleño y onírico alambique
su ingenio destiló César
Manrique.
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