Joya de la provincia Narbonense,
fue
la pequeña Roma de la Galia;
no
falta en su imperial parafernalia
un
templo de espíritu ateniense.
Padeció la atroz cruzada albigense,
y
su noble Trencadel la represalia,
y
si fue presa en tiempos de la abulia,
hoy
se muestra amena y esplendente.
Sorprende su admirable anfiteatro,
que
aún alberga ritos ancestrales
de
duelos entre fieras y mortales.
Te holgarán allí, en horas veinticuatro,
piedras
romanas, templos medievales,
nobles
parques, delicias provenzales.
A la tersa luz del Mediterráneo,
nada
en su ágape sabe a sucedáneo.
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