Bastión de la Granada nazarita,
llegó
a corte de un rey alternativo,
era
Aben Ismaíl su apelativo;
dinastía
aquella algo cainita.
Donde estuvo el alcázar ismaelita
(tenaz,
inexpugnable, resistivo),
el
cristiano, con ánimo votivo,
una
iglesia erigió casi estilita.
Construyose después, mas ya en el llano,
un
templo circular, extravagante,
a
imitación del Panteón romano.
Así quedó su singular semblante,
aguardando,
paciente, que una mano
la
sacase de su esperar frustrante.
Quiso el azar que un príncipe extranjero
fuera
el que su belleza descubriera,
alabando
su hermoso miradero;
sus visitantes hoy forman
hilera.
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