Cuando llegó al fondo del abismo,
tras una guerra atroz, y al
etnocidio
al que una insensatez
indescriptible
llevó al pangermanismo
aborrecible,
acabó la Alemania en el excidio
que la senda olvidó del
helenismo.
Tuvo inicio en Berlín el diformismo,
perdió su condición de
indivisible;
tras ser considerado
repartible
emergió una cisura en su
urbanismo.
Un muro la ensartó de parte a parte
que separó las calles y las
gentes,
creando dos universos
antitéticos.
Mas al cabo cayeron los baluartes
en días de la Historia efervescentes,
de un nuevo orden mundial
tal vez proféticos.
Pizcas del muro venden hoy los chamarileros
y junto al charlie
checkpoint operan los trileros.
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