No es su calle mayor solo una vía;
en
Burgo remeda esta calle un mundo
tan
rico, tan diverso, tan fecundo,
que
el aire que respira es poesía.
Su estructura remite a la entropía,
convierte
al paseante en errabundo
por
un universo denso y rotundo
que
el soportal ampara noche y día.
En un confín se ubica lo sagrado,
en
el otro se emplaza lo profano:
va
entre el cielo y la tierra el caminante.
Hazle caso, viajero, a este rimado
y
abísmate en el Burgo castellano:
la
experiencia será vivificante.
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