Mira Neptuno con altivo orgullo,
sobre sirenas de ubres manantiales,
sus calles de egregios soportales,
refugio de sombras y del murmullo
de la historia, que a veces es barullo;
en sus dos altas torres demenciales,
fruto de soberbia y ambición feudales,
suena con la cadencia de un arrullo.
Sabia ciudad, patricia y proletaria,
lujosas tiendas bajo las arcadas,
y por doquier tonos rojos, carmesíes.
Culta y docta ciudad universitaria,
sus calles y plazas están nimbadas
de finos bordados de organdíes.
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