Ciudad de mercaderes y fenicios,
de ambiciosas familias enemigas
que gustaban del arte y las intrigas,
nobles allí el comercio y los oficios.
Visten sus calles bellos artificios,
palacios con aspecto de lorigas,
torres graves y esbeltas como espigas,
exquisitas viviendas de patricios.
Recibe el Dante, absorto, en una plaza,
al pedestre turista en camiseta
que va a Florencia igual que va a la playa.
Su vasto y grácil talle el Arno abraza,
destacando el fulgor de su silueta
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