Encaramada a un morro peñascoso,
fue
primero un fortín frente a las olas,
mecido
al rumor de barcarolas,
el
mar avizorando sin reposo.
Siglos sufrió de ambiente belicoso,
de
disputas y lides, bataholas
sangrientas
y tronantes portañolas,
un
tiempo infausto y ominoso.
Crecieron sus muros foso a foso,
apilaron
sus playas caracolas,
y
extramuros crecieron amapolas
que
imploraban un lar más espacioso.
Se abrieron, por fin, amplias avenidas
y
nacieron hermosos edificios,
de
noble altivez, exuberantes.
Parecieron
cerrarse sus heridas,
y
concluir la edad del sacrificio
en
una era de paz y delineantes.
Un tiempo de sonetos y casidas,
de
una nueva hermandad tras de armisticios,
mixtura
de culturas dialogantes.
Mas es terca la Historia y tornadiza,
tenaz
la apremia su alma fronteriza.
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