Son tus calles historia y filigrana,
piedra repujada, arte y armonía,
el alma de Castilla, que porfía
en desterrar la sombra de Solana.
Es sagrada tu esencia y es profana,
mixtura de taberna y cofradía,
con un poso de añeja nombradía
y un majestuoso ritmo de pavana.
Sobre un pedestal, Felipe II
exhibe en bronce su tristeza augusta
y admira la fachada de San Pablo.
No muy lejos de allí, meditabundo,
muestra su faz serena, pero adusta,
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