Viaja en su vientre la tristeza
envuelta
en luces amarillas,
mas
encima se exhiben maravillas
con
que gusta recrearse la riqueza.
Tienen sus calles algo de tibieza
y
de antesala de la pesadillas,
un
espasmo de finas jeringuillas
y
un trasfondo de histórica nobleza.
Contemplan las estatuas, asombradas,
tanto
afán y de gentes tan diversas,
en
esta villa en urbe transformada.
Se lamentan las calles arboladas,
entre
las almas solas y dispersas,
en
una eterna e inmensa madrugada.
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