Aún se siente en las calles recoletas
de
esta añeja ciudad ensimismada,
el
paso de la púrpura mitrada
con
maneras donosas y discretas.
Cientos de almenas recias y coquetas
coronan
del castillo la explanada,
componiendo
la vasta balconada
de
estancias lujosas y a un tiempo ascetas.
Está tal cual don Pedro la dejase,
aquel
Gran Cardenal de las Españas,
mentor
de los católicos monarcas.
Conserva el alma noble y su alta clase,
memoria
de históricas hazañas,
esta
villa de obispos oligarcas.
dulces
versos, erguido levemente.
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