Los álamos tiritan junto al río,
ese
Duero de gestas y poetas,
paisajes
graves, guerreros y ascetas,
albas
sus hojas de glacial rocío.
Machado y Leonor viven su amorío
bajo
la nieve, en dos de sus placetas,
distantes
sus inmóviles siluetas,
la
llegada esperando del estío.
Los arcos de San Juan, tras la neblina,
espléndidos,
diversos, caprichosos,
asombran a los grupos de turistas.
Capilla del románico sixtina,
Santo
Domingo afila sus aristas
y
exhibe sus relieves fabulosos.
Ciudad recoleta y temperada,
es
íntima en invierno y nacarada.
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