En
tiempos fue un paraje legendario,
primitivo, arcádico, misterioso,
idílico, abrupto, nemoroso,
tópico referente literario.
En
nuestros días es un relicario
etnográfico, pulcro y glamuroso,
que el viajero visita presuroso,
muchas veces con ánimo gregario.
Ha
pagado La Alberca su tributo,
en forma de belleza congelada,
al pedestre turismo sinsubstancia.
Mas
no ha por ello de ponerse luto,
si no de alzar su montaraz mirada
a las cumbres de la Serranía de Francia.
Te
observarán en Mogarraz sus muros,
en Miranda te abrazarán sus calles,
y en La Alberca, al fin, te hechizarán sus
mitos.
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