Tiene
el alma hechizada por dos damas.
Aunque
una es santa y otra pecadora,
vicio
una, otra virtud cegadora,
de
ambas las vidas fueron sendos dramas.
Tremolaba Juana de Arco oriflamas,
posesa
de pasión liberadora;
la
Bovary, patética amadora,
consumida
acabó por otras llamas.
En sus templos la piedra es filigrana
(orífices
peritos sus canteros)
y
cromáticos delirios las vidrieras.
Burguesa fue y en tiempos cortesana;
hoy
acoge miríadas de viajeros
que
husmean sus esencias hechiceras.
En el viejo mercado Santa Juana,
obstinada,
sigue proclamando sus quimeras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario