Un genio alegre la hinche y la trasmuta,
una
luz que invita al alborozo,
a
la risa, al júbilo, al retozo,
a
la senda seguir de una voluta.
Es
ciudad exhaustiva y resoluta,
abierta,
cordial, franca, sin rebozo,
al
negocio presta, tanto como al gozo,
del
Mediterráneo predilecta ruta.
La Historia le dejó obras augustas:
la
catedral, la Lonja…, hasta un mercado
para
gente gourmet y sibarita.
Mas otras levantó (tal vez infaustas)
inmensas,
colosales; malhadado
esfuerzo,
perenne y enojosa cuita.
Y
otras más, aunque efímeras, robustas,
cada
año son alzadas; un tinglado
que
en minutos el fuego fagocita.
Con la cara partida en mil pedazos,
las
mira Blasco Ibañez resignado,
y
riela sus flameantes fogonazos.
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