Duermes, discreta, el sueño de los justos
con el dulce arrullo de la historia,
que una nana te canta laudatoria
entre arcos elegantes y vetustos.
Sufriste, sin embargo, años infaustos,
siglos de derrota, más que de victoria,
de tristeza y depresión, mas que de euforia,
de asedios y destierros tan injustos.
En una plaza humilde y recoleta
Garcilaso recita sus sonetos
ajeno a los afanes gremialistas.
Fuiste ciudad del culto y del poeta,
de reyes y nobles capuletos.
Hoy te invade una turba de turistas.
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