Aunque le crecen setas en las plazas
al lar de Rinconete y Cortadillo,
es su aroma el azahar, más que el tomillo,
y se aspira la risa en sus terrazas.
Es su dulzura mezcla de melazas,
su sabor, como carne de membrillo;
es su ambiente de mercado y baratillo,
mixtura de culturas y de razas.
Fama universal tienen sus donjuanes,
como ciudad propicia al galanteo,
si bien abundan más los capellanes.
Es su campanario un camafeo,
obra de alarifes musulmanes,
y su Semana Santa un jubileo.
Su gran río es sin duda el de la vida;
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