jueves, 7 de mayo de 2015

CARRERA DEL DARRO, ASOMBRO DEL CAMINANTE



        Monasterios, iglesias, palacetes,
casas, palacios, baños otomanos;
junto al río un pétreo pasamanos,
manos que pintan en sus caballetes.

        Torres que antaño fueron minaretes,
fachadas augustas y a lo romano;
el rumor de un arroyo ciudadano,
ecos del cabalgar de los zenetes.

Pavimentos de piedras milenarias,
y a cada trecho un puente delicioso,
alguno convertido en noble ruina.

        Y oteando esta gloria inmobiliaria,
sobre un bosque quizás precipitoso,
la excelsa fortaleza granadina.

        No encontrará el inquieto vagamundo,
un paseo con encanto tan rotundo.