lunes, 30 de diciembre de 2013

CÁDIZ. SAL Y PIMIENTA


        Universo jocoso y cartesiano
de un pueblo antiguo y sabio y sibarita,
fundidas en el alma del gadita
la del tirio, el moro y el cristiano.

        Es sagrado su espíritu y profano,
cerrado y, a la vez, cosmopolita,
a la Virgen adora y a Afrodita,
del ingenio, sin duda, el Vaticano.

        Perora Castelar en Candelaria,
y Hércules se exhibe en Plaza España,
donde escolta a La Pepa, displicente.

        En carnaval, su gracia lapidaria
es incruenta guillotina y es guadaña
del tonto, del bellaco o el indecente.

         Vieja sirena varada en la bahía,
canta la seducción de Andalucía.

SEVILLA. SAGRADA Y PROFANA


        Aunque le crecen setas en las plazas
al lar de Rinconete y Cortadillo,
es su aroma el azahar, más que el tomillo,
y se aspira la risa en sus terrazas.

Es su dulzura mezcla de melazas,
su sabor, como carne de membrillo;
es su ambiente de mercado y baratillo,
mixtura de culturas y de razas.

        Fama universal tienen sus donjuanes,
como ciudad propicia al galanteo,
si bien abundan más los capellanes.

        Es su campanario un camafeo,
obra de alarifes musulmanes,
y su Semana Santa un jubileo.

        Su gran río es sin duda el de la vida;
su estrofa predilecta, una casida.



lunes, 16 de diciembre de 2013

MÁLAGA. MEDITERRANEIDAD INCANDESCENTE






        Un espasmo febril la zarandea,
un tsunami remueve sus arenas,
circula adrenalina por sus venas,
que incansable su corazón bombea.   

       Sube y baja amorosa la marea,
desveladas vigilan las almenas
cómo arriban turistas y sirenas,
feliz destino y fiel tras la odisea.

       Mana color su luz y poesía,
vasto crisol de todos los azules
nacidos entre el mar y el horizonte.

      Contempla un marqués esta algarabía,
en pedestal de púrpura y de gules,
con la grave nobleza de un arconte.

       Si a sus playas te lleva la corriente,
entrégate viajero a su esencia efervescente.


BRUSELAS. EL CANSANCIO DE LA VIEJA EUROPA





Un aire ajado tienen sus aceras
y una pátina oscura sus fachadas,
que parecieran también estar cansadas
de ser confín de todas las fronteras.

Dormitan en su mástil las banderas,
domesticadas, sacias, derrengadas,
recordando las viejas barricadas
y el ambiente febril de las trincheras.

          En este magma de gentes y naciones,
exhiben sus patéticas figuras
Don Quijote y su amigo Sancho Panza.

          No se defienden allí viejos blasones,
ni se sueñan hermosas chifladuras,
late en su vientre la desesperanza.

          Pierde Europa sus últimas batallas,
se desploman en Bruselas sus murallas.


lunes, 2 de diciembre de 2013

PARÍS. C’EST LA GRANDEUR




              Es París el orgullo de la Francia,
muestra de su grandeur y su nobleza,
escaparate de sin par guapeza,
de vastas perspectivas y arrogancia.

        Hasta el mal gusto tiene allí elegancia,
la gruesa desmesura ligereza,
no parece allí la escasez pobreza,
su contaminación, sutil fragancia.

Napoleón, vestido de romano,
megalómano al fin, hasta en la muerte,
recibe displicente, tan ufano

bajo una mole de granito inerte,
al alegre turista ciudadano
de países que invadió; extraña suerte.











ALMERÍA. MEDITERRANEIDAD LÁNGUIDA



        Una brisa indolente la traspasa
y recorre sus calles y avenidas,
sus plazas recoletas y dormidas,
que un inclemente sol besa y abrasa.

        Se disipa la prisa, allí fracasa,
la impaciencia se lame las heridas,
se dilatan los sueños y las vidas,
se entorpece el afán y se retrasa.

        Dormita vigilante la Alcazaba,
sestea la catedral amurallada
que arrulla una nana de palmeras.

        Sólo un hombre se afana y se destraba,
siempre presto y dispuesto a la zancada;
libre va Nicolás Salmerón por las aceras.
        

ALBAICÍN. YEDRA Y SOMBRAS



        Laberinto de sombras y quimeras,
dédalo abisal, horizonte esquivo,
insomne desazón, castillo altivo
en calle sin calzada y sin aceras.

Frente a la Alhambra sueñan las chumberas
entre un aire canalla y vengativo,
inhóspito, agraz, turbio y lascivo,
y paredes con plantas trepaderas.
       
        Esconde cada iglesia una mezquita
y cada muro encalado un paraíso,
un jardín cerrado y misterioso.

        Es morbosa su alma y cenobita,
su espíritu, silvestre e insumiso,
su corazón, oscuro y cenagoso.