domingo, 9 de febrero de 2014

EL MAR, LA MAR. ¡AY EL MAR!


Aunque tus playas son un tostadero,
un criadero de bronce y melanoma,
del hombre moderno eres hoy el soma
y de su fatuidad, resbaladero.

Ha enclaustrado tus orillas por entero,
la cresta más arisca vuelve roma,
y aunque sea de la estepa o de la loma
quiere bregar un yate o un velero.

Tras huir de tus tierras aledañas
para evitar, durante siglos, al pirata,
ocupa hoy tu llano y tus montañas,

con asfalto y hormigón tu alma mata,
y destruye del verde hasta las cañas;
palmo a palmo todo lo aquilata.

        Se trocará este afán en pesadillas
si decides crecer en tus orillas.


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