Entre un bosque panal de rascacielos,
que
al mar humilla y a la tierra afrenta,
una
ávida caterva y opulenta
persigue
con denuedo sus anhelos.
Alzarse anhelan todos a los cielos,
y
acaso ese afán vano los alienta
a
escalar las nubes, sin darse cuenta
que
a ras está lo ameno de los suelos.
Ciudad singular: meca del jolgorio
y
la jarana, geriátrico salaz,
centro
de hibernación y melopea,
es
del turismo irrepetible emporio.
Acaso
es todo eso por audaz
y
por su alma tan leve y europea.
Entre el bosque urbano y la mar undosa,
a
toda hora en sus calles bulle gente ociosa.
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