martes, 19 de noviembre de 2013

PARA UN TAL ALBERTI QUE HASTA ROMA VINO


A Roma vine como caminante,
consciente del peligro que corría,
desoyendo el aviso y la porfía
que en tus versos me hiciste suplicante.

        He buscado tu alma trashumante
en las calles y plazas noche y día,
los gatos, las meadas, la alegría
del agua de las fuentes, tintineante.

        Caí preso, al fin, de tanto arte,
de su aire, de su luz, de su pasado,
que tantas sombras tiene como brillos.

        Como confidencia he de contarte
que en Roma tantas cosas han cambiado
que no he visto, por más que haya buscado,
en las paredes hoces y martillos.

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