domingo, 22 de junio de 2014

ZAMORA. LA ELEGANTE TEMPLANZA DE LA PIEDRAS





        El Duero se detiene en sus confines
a gozar su perfil y su sosiego,
admirar su semblante palaciego
y a escuchar los rezos de maitines.

        Tierra fue de vanguardia y paladines;
aunque sufrió batallas y trasiego,
y el asedio y la ruina por el fuego,
no albergaron sus torres muecines.

        Es la cuna y el alma de Castilla,
y del arte románico un museo;
sus iglesias son piedra recamada.

        Su Semana Santa no es la de Sevilla
(no era el tartesio quizá como el vacceo):
es mística, austera y recatada.

        Desnudo en una roca, Viriato, el lusitano,
indómito, esforzado, heroico y estratego,
se opone eternamente al yugo del romano.



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